domingo, 23 de mayo de 2010

No nos detendrán


Durante miles de años el miedo a lo desconocido, a lo incompresible, a lo que podríamos descubrir más allá de las fronteras de nuestro conocimiento, se ha combinado con nuestra innata curiosidad, para alcanzar el desarrollo del ser humano que ahora disfrutamos.

Pero este miedo, en algunas ocasiones paralizante y en otras protector, ha sido usado durante nuestra historia por aquellos avispados que, con igual miedo pero menos escrúpulos, lo han sabido utilizar para manipular a su antojo a sus semejantes. Curanderos, visionarios, nigromantes, iluminados, profetas, presuntos enviados de otros mundos extraterrenales o extraterrestres, supuestos representantes de dioses y demás fauna han manipulado a las masas mediante el uso de vacuas retóricas, amenazantes profecías e inanes promesas debidamente aderezadas de rituales tenebrosos, ceremonias sangrientas, actos ampulosos y eventos de trascendental apariencia y vacuo contenido.

Compradores de almas a cambio de caridad, que ocultan su desprecio bajo la careta de la compasión, estos prestidigitadores del lenguaje son expertos en esconder el verdadero y manipulador fondo de sus intenciones, la instrumentalización del otro a favor del mantenimiento de sus seculares poderes, utilizando una parafernalia tan rimbombante como fútil, llena de campañas demagógicas y apocalípticas amenazas a cumplir aquí o en presuntas vidas post mortem.

Afortunadamente hemos evolucionado y aprendido; hemos despertado de nuestros sueños temerosos y el camino de la ciencia y del conocimiento, iluminado por la ética de los inalienables derechos humanos, nos ha permitido aplacar nuestros más atávicos terrores descubriendo, al mismo tiempo, la mentira que ocultaba el maquillaje de la supuesta trascendencia.

Ya no nos dan miedo y lo saben. Por eso, cada día tienen que gritar más alto, utilizar portavoces más vocingleros, representantes más agrios, atrios más elevados; tienen que convertir los púlpitos en vallas, los sermones en declaraciones, los rituales en reuniones ejecutivas. Pero no, ya no engañan a quienes hemos sufrido sus mentiras, sus prejuicios, sus manipulaciones morales; ya no pueden engañar a las mujeres discriminadas, a los gays insultados, a las lesbianas despreciadas, a las estigmatizadas víctimas de enfermedades, a las niñas excomulgadas, a los menores víctimas de abusos, a los niños salvados por la ciencia..., a ninguno de nosotros y nosotras. En el camino hacia nuestra irrenunciable libertad, no nos detendrán.


Publicado en teldeactualidad.com el 23/03/09


Tangentes


Las azarosas trayectorias espaciales y temporales que recorremos en nuestra vida diaria nos llevan al casual encuentro de muchos semejantes a lo largo del día. Seres que se cruzan, con indiferencia la mayor parte del tiempo; sinuosos recorridos que se entreveran, convergen y se distancian definitivamente; un cúmulo de invisibles caminos que creamos en nuestros recorridos y que nos ofrecen múltiples posibilidades de coincidencia. Nuestras vidas son líneas curvas que se entrecruzan, la mayor parte de las veces sin consecuencia alguna. Cualquier encuentro casual es una posible puerta a nuevos mundos, a nuevas vidas. Algunos encuentros son cruces de camino que nos desvían hacia nuevos paisajes llenos de incertidumbre o ilusión, de miedo o esperanza. Una mirada mantenida, un roce casual, una sonrisa apropiada, un olor, un gesto, un color…

Menores en el laberinto

Hace unas semanas fui testigo del sereno testimonio de un adolescente gay que contaba el laberinto en el que la homofobia había convertido su casa. Narraba sus impresiones ante los despreciativos comentarios de su familia ante cualquier noticia relacionada con la homosexualidad y nos contaba cómo empapaba sus noches con solitarias lágrimas ante el panorama familiar que debía afrontar. Acogimos con emoción y cariño su testimonio, que nos sobrecogió por la templanza con la que lo exponía y por la sonrisa con la que describía su íntimo infierno. Sabíamos por experiencia que el apoyo de su grupo de iguales le iba a dar la fortaleza suficiente para salir con entereza de la prueba vital a la que se estaba enfrentando.

Casi todos los homosexuales conocemos ese laberinto en mayor o menor medida y muchos hemos sido capaces de encontrar la salida, de alcanzar el hilo de Ariadna que nos permitió escapar del monstruo de la homofobia. En muchos ocasiones, además, las familias fueron capaces de reflexionar, de entender la oscuridad del armario en el que habían pasado la adolescencia sus hijos o hijas homosexuales o transexuales y tuvieron el suficiente amor y empatía como para convertirse en activistas individuales de la justa causa de la igualdad.

Pero los jóvenes gays, lesbianas, transexuales y bisexuales (lgtb) deben recorrer también otros laberintos, el de los centros educativos. Según un estudio de la Federación Estatal de lgtb, el 56% de los menores lgtb han sufrido acoso en las escuelas y casi el 50% se sienten rechazados en sus hogares.

Mucho se habla de los derechos de los menores, de la necesidad de protección de esas personas, que se encuentran en un momento crucial de sus vidas en el que las experiencias, buenas y malas, marcan gran parte del resto de su vida. La familia y el entorno educativo son ámbitos esenciales para el desarrollo equilibrado de cualquier persona. Pero para los y las menores lgtb, estos entornos se convierten en numerosas ocasiones en lugares de soterrada violencia, cuando no de manifiesta agresividad.

La Federación Estatal de lgtb ha declarado 2009 como el año por la diversidad afectov-sexual en la educación, poniendo de manifiesto la necesidad de que se afronten adecuadamente las diferentes realidades sexuales y de género en los centros educativos, no sólo para que los menores lgtb puedan desarrollar su identidad con la misma libertad y responsabilidad que los jóvenes heterosexuales, sino también para que éstos últimos se enriquezcan y sepan convivir en una sociedad diversa y plural como la que vivimos.

En este contexto, el sábado 27 el colectivo lgtb de Canarias Gamá, ha convocado una manifestación que, bajo el lema “por una escuela sin armarios”, recorrerá la Avenida de Mesa y López de Las Palmas de Gran Canaria, hasta el Parque Santa Catalina. Allí estaremos, exigiendo a los poderes públicos que, en las políticas educativas, tengan en cuenta la diversidad afectivo sexual y de género y pidiendo que tengamos un profesorado capacitado para afrontas la diversidad en las aulas y unos equipos directivos comprometidos con la defensa de unos colegios sin armarios.

Entre todas y todos debemos colaborar para derruir los muros de lgtbfobia con los que se construyen los oscuros laberintos en los que muchas veces se pierden los adolescentes lgtb. Ellos también merecen nuestra protección.

Nota: el 28 de junio se celebra el día del orgullo lésbico, gay, transexual y bisexual.

Publicado en teldedactualidad.com el 26-06-2009

Zona Nacional


Pasé gran parte de mi infancia entre las postrimerías de la dictadura y los albores de la democracia,especialmente en aquella época no tan pacífica que se denominó transición. Lasparedes del solar que había frente a mi casa eran territorio apto paraguerrillas de pintadas que reflejaban el diálogo de extremos que dividía a lasociedad. Una mañana nos sorprendíamos con el mensaje de Pinochet Asesino, expresión que a los niños, desconocedores delabsurdo nombre del sátrapa chileno, nos evocaba a un lejano pariente delpersonaje de las películas de Disney. Al día siguiente, el muro venía marcadopor un Zona Nacional, inútil intentode los afectos al decadente régimen de apropiarse de un territorio en el queparecían pulular rojos que, con spray y nocturnidad, pretendían reivindicar una libertad de expresión hasta entonces vedada.

Muchos niños de aquella época estudiábamos en colegios religiosos, cuyospasillos recorrían curas de sotana y coscorrón que salivaban en los cuellos delos chicos en la oscuridad del confesionario. Estaba aquella educación basadaen la disciplina del miedo, en gruesas reglas de madera que los profesores hacían estallar en nuestras manos al menor error en la lección, en patios de
en fila y a cubrirse, en domingos de pipas y agonía. No podíamos imaginar queel interior de aquellos muros no era más que el reflejo de una sociedad infame,que el pavor que nos daban la mayoría de nuestros educadores era poco encomparación con el que sentían muchos ciudadanos que habían pasado los últimos cuarenta años mudos y ocultos, llevando una vida de paz de cementerio.

Tuvieron que pasar más de treinta años para que un juez considerara oportunolevantar algunos velos, intentar demostrar lo que ya sabíamos: que la aparentepaz de aquella sociedad se asentaba en la disciplina de las pistolas, en cuarteles de
guardia y barrigazo, en domingos de pan y fútbol.Un juez que quiso poner en evidencia que delante de las tapias de loscementerios la tierra también ocultaba muertos, sepultados sin lápida

Ahora, aquel juez que quiso pasar el Pinochet asesino de la pared a lasentencia, va a ser juzgado por el dictamen de algunos jueces que pretenden emborronar los muros de la justicia con el viejo lema ultra:
Zona Nacional.


Publicado en teldeactualidad.com y teldeahora.com el 08/04/2010
Publicado extractado en El País (papel y digital) el 25/04/2010

Lo que nos agita.


¿Qué cosa es capaz de estimular, en un instante, nuestra vida? ¿Qué nos distrae del sopor de la monotonía? ¿Qué nos excita, nos incita, nos agita, nos remueve, nos conmueve? ¿Qué nos impele a abandonar nuestro cómodo asiento, a pasear inquietos, con el pensamiento revuelto como si hubiera ingerido un alimento extraño que nos abre nuevas puertas a la experiencia? ¿Qué convierte a nuestras aletargadas neuronas en una orgía sináptica, en un cáos de corrientes eléctricas, en un mareante divagar de pensamientos que, alocados, pugnan por sobresalir? ¿Qué no acelera el corazón, nos eriza el vello, nos derrama una lágrima, nos cierra los ojos, nos anuda la garganta? ¿Qué maravilloso acontecimiento es capaz de convertir un cotidiano instante en el más estimulante de los segundos?

Una canción en la radio, una mirada mantenida, un fugaz rayo de sol, el comentario perfecto, una secuencia mágica, la frase de una novela, un poema joven, un artículo oportuno, un roce, un susurro, una brisa, una ola, un aroma, un recuerdo…


Espanto diario.

“El verdadero tema de la literatura es la vejez” (Fernando Vallejo).

Y puede que de la vida. Aún antes que la muerte está la vejez. La muerte no la sufrimos porque en ella no hay nada; no es una meta porque, como lugar, no existe; no es un destino porque alcanzarla significa llegar a ningún lado. Pero la vejez, esa sí que es parte de nosotros, vívida, sentida, sufrida, enfermiza, decadente. Pensamos que nuestro destino es la muerte, irremediable e irrenunciable, pero nuestra auténtica meta es el progresivo deterioro del cuerpo, de la percepción, del deseo, del sexo, de los sentidos, de la vida. He ahí nuestro auténtico final que comienza en nuestro primer aliento, en nuestro primer llanto, cuando la primera molécula de oxígeno empieza la descomposición de la materia. La muerte es la liberación de la decrepitud, de la decadencia, del anticipado inicio de la putrefacción de nuestro cuerpo. Huesos roídos, carnes caídas, órganos inflamados, ojos irritados, oídos apagados, estómagos ulcerados, penes fláccidos, cerebros sumidos en el olvido de uno mismo. Qué mejor tema para la literatura. Y para alimentar nuestro espanto diario.