domingo, 23 de mayo de 2010

Zona Nacional


Pasé gran parte de mi infancia entre las postrimerías de la dictadura y los albores de la democracia,especialmente en aquella época no tan pacífica que se denominó transición. Lasparedes del solar que había frente a mi casa eran territorio apto paraguerrillas de pintadas que reflejaban el diálogo de extremos que dividía a lasociedad. Una mañana nos sorprendíamos con el mensaje de Pinochet Asesino, expresión que a los niños, desconocedores delabsurdo nombre del sátrapa chileno, nos evocaba a un lejano pariente delpersonaje de las películas de Disney. Al día siguiente, el muro venía marcadopor un Zona Nacional, inútil intentode los afectos al decadente régimen de apropiarse de un territorio en el queparecían pulular rojos que, con spray y nocturnidad, pretendían reivindicar una libertad de expresión hasta entonces vedada.

Muchos niños de aquella época estudiábamos en colegios religiosos, cuyospasillos recorrían curas de sotana y coscorrón que salivaban en los cuellos delos chicos en la oscuridad del confesionario. Estaba aquella educación basadaen la disciplina del miedo, en gruesas reglas de madera que los profesores hacían estallar en nuestras manos al menor error en la lección, en patios de
en fila y a cubrirse, en domingos de pipas y agonía. No podíamos imaginar queel interior de aquellos muros no era más que el reflejo de una sociedad infame,que el pavor que nos daban la mayoría de nuestros educadores era poco encomparación con el que sentían muchos ciudadanos que habían pasado los últimos cuarenta años mudos y ocultos, llevando una vida de paz de cementerio.

Tuvieron que pasar más de treinta años para que un juez considerara oportunolevantar algunos velos, intentar demostrar lo que ya sabíamos: que la aparentepaz de aquella sociedad se asentaba en la disciplina de las pistolas, en cuarteles de
guardia y barrigazo, en domingos de pan y fútbol.Un juez que quiso poner en evidencia que delante de las tapias de loscementerios la tierra también ocultaba muertos, sepultados sin lápida

Ahora, aquel juez que quiso pasar el Pinochet asesino de la pared a lasentencia, va a ser juzgado por el dictamen de algunos jueces que pretenden emborronar los muros de la justicia con el viejo lema ultra:
Zona Nacional.


Publicado en teldeactualidad.com y teldeahora.com el 08/04/2010
Publicado extractado en El País (papel y digital) el 25/04/2010

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